La importancia de la educación inclusiva
La educación es un derecho humano
fundamental, como así se recoge en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos (1948). Su materialización es responsabilidad de los Estados y necesita
de la implicación de toda la comunidad educativa (familias, profesorado,
alumnado, y demás agentes sociales).
La inclusión en educación hace
referencia al principio de que existen diferentes necesidades entre el alumnado
y deben ser los sistemas educativos los que estén preparados para ofrecer una
enseñanza de calidad, independientemente de sus características, basándose en
la igualdad de oportunidades y de acceso. Solo
así podemos entender la educación como un derecho y no como un privilegio.
Actualmente, a nivel global, el
Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS4) de la Agenda 2030 tiene como meta “asegurar el acceso igualitario a todos los niveles de
la enseñanza y la formación profesional para las personas vulnerables,
incluidas las personas con discapacidad”. Además, añade que el plan de
ejecución para llevar esto a cabo pasa por construir o adecuar unas
instalaciones escolares apropiadas y ofrecer entornos de aprendizaje eficaces
para todos y todas.
En España, la realidad dista de la teoría que proponen los diferentes Estados y organismos internacionales. No existen suficientes materiales y ayudas técnicas para los alumnos y alumnas con discapacidad, faltan adaptaciones y sobran barreras arquitectónicas y comunicativas. Todo ello repercute de forma negativa en el desarrollo intelectual, social y emocional de estos niños y niñas.
Esta
situación se ha visto agravada por la pandemia del COVID-19. En palabras de
Javier Font, presidente de FAMMA, “si antes de la pandemia ya hacían
falta más profesionales para atender las necesidades de estos menores, porque
no contábamos con los recursos tecnológicos ni profesionales para atender todas
sus necesidades, ahora, en plena pandemia de COVID-19, estamos en peor
situación”. La adaptación a este contexto
dentro de la educación inclusiva pasa por la apuesta en innovación y uso de
tecnologías, ya que, actualmente, tenemos capacidad tecnológica y humana suficiente para
conseguir que en esta pandemia nadie sea excluido del sistema educativo, con
las consiguientes consecuencias que esto supone.
La inclusión de
calidad de las personas con discapacidad dentro de las aulas supone, además del
beneficio para ellas, un avance para toda la sociedad.
Es acercar las aulas a la realidad social, poner en valor la importancia de la
diversidad y apostar por el respeto y la igualdad de oportunidades.
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